viernes, 9 de octubre de 2009

Movilización por Alejandro

Este domingo 11 de octubre se realiza una movilización por la libertad de Alejandro.
nos juntamos a las 15 horas en la estación de servicio Raza en la ruta 23 en el barrio de Catonas, Moreno.

Represión y tortura en catonas

El día 13 de Agosto de 2009 a las 12 horas del mediodía Alejandro Sánchez se encontraba con su hijo de 3 años en su casa del Barrio de Catonas, Moreno. Su esposa Nancy estaba internada en el hospital ya que su embarazo estaba presentando complicaciones. Estaban trabajando en la casa dos albañiles que estaban realizando reformas.
Cuando se disponían a almorzar un familiar menor de edad llega corriendo a casa de Alejandro. En su persecución llega una persona de civil sin ninguna identificación y pretende entrar por la fuerza al domicilio de Alejandro Sánchez. Para proteger su hogar impide el ingreso de esta persona tomándose del picaporte y del marco de la puerta. Sin mediar palabra esta persona empieza a golpear a Alejandro. Otros dos hombres, también vestidos con ropa de calle y sin ninguna identificación, llegan casi inmediatamente, arrojan a Alejandro al piso quien recibe de los tres hombres una impresionante golpiza que es presenciada por su hijo de 3 años los dos albañiles y una vecina que salió a la vereda, quienes pedían que no lo golpearan.
Estos tres hombres, más otro que permanecía en un vehículo estacionado en frente, resultan ser personal de la comisaría de Catonas: Guillén, Pintos, Balmaceda y Maldonado. Se lo llevan a Alejandro a la comisaría que se encuentra en el mismo Complejo habitacional a solo 300 metros. Su hermana acompañada por una vecina se acercan a la comisaría preguntando por su paradero y por las razones de la detención. El personal policial niega que Alejandro se encuentre en la comisaría y las mandan a averiguar a la 1era de Moreno. Se dirigen a la 1era sin obtener ninguna respuesta. Mientras tanto Alejandro seguía recibiendo golpes en la comisaría de Catonas.
Lo trasladan al hospital de Rodríguez para ser atendido por los peritos forenses judiciales. Al llegar, un médico les comunica a los policías que de ser ingresado por guardia, debido a la gravedad del estado en que se encontraba Alejandro, seguramente iban a ser internado. Los policías para mantener el control sobre Alejandro deciden no hacerlo atender y lo vuelven a trasladar a la comisaría de Catonas donde es brutalmente torturado durante toda la noche. Era golpeado y al desmayarse se le arrojaba agua para despertarlo y seguir torturándolo.
Al otro día lo llevan a la fiscalía donde se desmaya. Ante la imposibilidad de hacerlo declarar se ven obligados a llevarlo al hospital de Moreno donde es internado finalmente. Ahí es cuando la familia toma conocimiento del paradero de Alejandro fortuitamente ya que Nancy su mujer se encontraba internada en el mismo hospital. Mientras Alejandro se encontraba internado personal de la comisaría de Catonas pretende llevárselo de manera absolutamete irregular. La familia presencia esto y llama inmediatamente al Juzgado de Mercedes. Los atiende el Juez Oliva que telefónicamente les ordena a los policías que dejen a Alejandro donde está, instruyéndolos acerca de la ilegalidad de lo que intentaban hacer y de la necesidad de una orden judicial para un traslado. No es difícil imaginar el final que hubiera tenido Alejandro de haberse realizado dicho “traslado”.
Sigue internado en el Hospital de Moreno hasta el día 26 de Agosto cuando lo trasladan a la comisaría 2da de Trujuy.
Alejandro decide denunciar apremios ilegales y torturas. Paralelamente el es acusado de resistencia a la autoridad. A lo largo de la toma de declaraciones queda clara la parcialidad de la justicia a favor de los policías en perjuicio de Alejandro.
El día 2 de Octubre se realiza la Audiencia Preliminar. La fiscal Urrutia le hace una propuesta a Alejandro en el marco de la negociación de un posible Juicio Abreviado. La fiscal le propone declararse culpable de la resistencia a la autoridad y a cambio se le ofrece a Alejandro la libertad inmediata. De aceptar esta propuesta estaría aceptando una falsa culpabilidad y quedaría fuertemente debilitada la demanda por apremios ilegales y torturas que él inició. Era inaceptable desde todo punto de vista para Alejandro que con dignidad y valentía busca Justicia. La jueza Guarino, que avalara esta propuesta que implicaba su libertad inmediata, resuelve dos horas después en la audiencia preliminar la prisión preventiva de Alejandro. Argumenta la sospecha de fuga, sospecha que no existía dos horas antes. Esta medida será apelada por su abogado. Alejandro es trasladado a la comisaría de Trujuy donde espera ser enjuiciado.
El día lunes 5 de Octubre Alejandro debido a las injusticias que a sufrido inicia una huelga de hambre. Pasados casi dos meses de las torturas sufridas Alejandro no ha tenido la atención médica que necesita para tratar las secuelas físicas de los tormentos.Hacemos responsables al Poder Judicial y a la Policía Bonaerense por la vida de Alejandro Sánchez. Y por las víctimas pasadas y futuras de los torturadores Guillén, Pintos, Balmaceda y Maldonado.

¡Que la policía no decida sobre nuestras vidas ni sobre nuestras muertes!

La psiquiatría y psicología en la educación


La psicología experimental, la psicología del aprendizaje y la psicología evolutiva (principio del siglo XX) son las bases de la actual psicología educacional (la cual veremos en otra parte de esta serie de notas). Pero para llegar a comprender el nacimiento y desarrollo de ésta, debemos mirar hacia atrás y ver como se dieron, como se vio en aquellas la posibilidad de darle una supuesta base científica y así sostener el llamado a la psicología a intervenir en la educación y el aprendizaje, y más concretamente en aquellos que son educados.
A fines del siglo XIX y principios del XX cobra fuerza la necesidad de impartir una educación obligatoria, laica y gratuita en la sociedad argentina como uno de los objetivos políticos para la conformación del Estado nación. Los hijos de los inmigrantes comienzan a ser vistos no sólo como futuros ciudadanos que debían ser educados, sino que el Estado reconocía un peligro potencial en estos hijos de inmigrantes que crecían en la miseria y al lado de las luchas de la época. No olvidemos la fuerza de la F.O.R.A. en aquellos años y las luchas que se venían dando con sus consiguientes represiones de parte del Estado y grupos como la Liga Patriótica.
El Estado mismo comienza a crear un imaginario de una infancia descarriada, y asume una “responsabilidad” de sus cuidados. Ya en 1916 se adjudicaba a la falta de educación, la negligencia de los padres y el medio ambiente las causas de lo que se calificó como “infantilidad delincuente” y se propusieron para su erradicación una “fórmula moderna de prevención y profilaxis”.
Los discursos científicos de la época, de la medicina, más los de la educación, la criminología, y sumándose el de la psicología, fueron usados como herramientas de las cuales se valdrían estas áreas para construir una regla sobre los valores de normalidad y patología del desarrollo infantil. Al nombrar la “normalidad” del desarrollo del niño, se está proponiendo también una anormalidad y esta pasará a ser patologizada y más tarde transformada en una de las tantas áreas de la “enfermedad mental”.[1]
A principios del siglo XX el Estado orienta parte de su accionar hacia lo que sería una “política asistencialista de la infancia”, basándose en la ley 12.341 se crea la dependencia de maternidad e infancia del ministerio del interior que tenía como objetivo “el cultivo armónico de la personalidad del niño”, teniendo una de las secciones de la ley el nombre de “Higiene social de la infancia”. Y así como dentro de esta política asistencialista se crean colonias de vacaciones y escuelas de arte y oficios para los niños “normales”, también entran en escena las escuelas especiales y los reformatorios, donde se intentará reformar a los “anormales” para integrarlos dentro de la normalidad instituida. Para ello hará falta gente que se dedique especialmente a esto, y esa gente será la que formará el personal orientado a la infancia “deficiente o anormal” en el cuerpo médico escolar.
Pero ¿de dónde viene lo de normalidad y anormalidad?.
En las escuelas[2] de esa época el discurso pedagógico tradicional era positivista y normalizador, y esta pedagogía positivista sostenida por el Estado encontró en la psicología experimental una herramienta. Esta brindó investigaciones e instrumentos para ordenar la población infantil según los parámetros de normalidad-anormalidad, aptitudes, etc. Que ellos mismos establecían según la necesidad del Estado. Así la psicología experimental hacía de la escuela el espacio de selección de la población. Y tomando la concepción de que un sujeto lleva hereditariamente determinada ciertas facultades, los maestros y directores llenaban fichas complejas con los antecedentes familiares y escolares de los niños. Pasando así a transformarse, los maestros, directores y la escuela misma, en dispositivos de individualización del Estado.
A la psicología experimental luego se le opondría la psicología evolutiva[3] cambiando el criterio y la concepción sobre la educación, y esto también será de provecho para el Estado. Ahora será la inteligencia la que determina el carácter del psiquismo infantil, y se priorizará la transformación y el desarrollo de la inteligencia para controlar y dirigir la personalidad del niño.
Todos estos aportes de la psicología para el control y el desarrollo de la infancia siempre estarán acompañados de la figura moral y central del maestro, y será robustecida y reafirmada en la década del 30. La pedagogía de esta época extiende y reconoce en la familia un ámbito educativo pero el docente sigue ejerciendo el control y la supervisión de la actividad propiamente educativa.
En las escuelas se venían dando trabajos orientados a organizar la población infantil entre individuos normales, anormales, delincuentes, discapacitados, etc. La clasificación se basaba en criterios estadísticos o evolutivos relacionados con el comportamiento del sujeto y su procedencia social. Pero no era tan simple y aparecían niños que eran clasificados como “normales pero no tanto”. y en este marco (1930-40) comienzan a aparecer otros tipos de discursos psicológicos provenientes del campo psiquiátrico[4], que intentará orientar al docente en la conducción de los niños. Así esta articulación de la psicología con lo médico-psiquiátrico da origen a un nuevo fenómeno escolar “el problema de conducta”. Desde ahora los niños deben ser capaces de adaptarse a ese espacio presuntamente natural que es la escuela.
Tobar García planteará la detección de diferencias individuales respecto del rendimiento escolar, de los problemas de adaptación o comportamiento en la escuela que exigen la intervención de saberes psicológicos-psiquiátricos. Hará prevalecer el concepto de “adaptación”, poniendo a la “inadaptación”[5] (no olvidar lo de normalidad-anormalidad) como un problema patogéno y pasará a ser estudiado por el gabinete clínico-psiquiátrico.
La conducta comienza a manifestarse como algo relevante y remitirá a la posibilidad de adaptarse al medio según los recursos con que se cuenta. El medio, para el niño, será la escuela y para que éste se adapte, se exige la reflexión mediante la enseñanza de la disciplina consciente, esto es que el niño tenga el convencimiento de la necesidad imprescindible de proceder en tal y cual forma, y la adaptación a las normas impuestas como finalidad del razonamiento del niño.
Toda dificultad que se presente en este plano de razonamiento será analizada por el discurso psiquiátrico, y la “inadaptación” será interpretada como dificultad de adaptación al medio ambiente (en este caso la escuela), como “síntoma”.
Este “síntoma” se manifiesta (según el discurso psiquiátrico) por problemas de conducta, dificultad escolar o aparentes desviaciones de la salud psíquica.
Junto con la categoría de “inadaptación” se introducirá la concepción de “niño problema”.
Siguiendo esta línea, Telma Reca consideraba a la escuela como un espacio de detección de patologías y de evaluación de probabilidades del niño. Por esto la escuela sería pensada como un espacio donde se desarrolle de manera integral la personalidad del niño y donde se lo oriente para su futuro.
Esta función escolar sería posible con la articulación entre los objetivos y la intervención de la psicología y la psiquiatría. Con todo esto podemos ver como se comienza a “tratar” estos problemas de conducta e “inadaptación” poniéndolos dentro de la rama psiquiátrica.
Más tarde éstas serán las bases para los “trastornos de rebeldía juvenil” y cosas por el estilo, donde se patologiza cualquier conducta, acción o personalidad que altere el orden establecido y/o que escape a la normalidad. Estos “trastornos adolescentes” en los años 60 comenzarán a ser caratulados de esquizofrénicos.

Marcos

[1] En los años 60 los psiquiatras definirán como patológica cualquier conducta rebelde en los jóvenes. Primero hablaron de una "disritmia cerebral difusa" y cuando este diagnóstico quedó descartado por absurdo, se pensó en la "hiperactividad y falta de atención de los escolares". En 1980 se reconvirtió en "trastorno de déficit de atención con hiperactividad". Nunca se llegó a saber ciertamente si los muchos escolares diagnosticados de "hipercinéticos" tuvieron efectivamente un trastorno orgánico verdadero, pero la cuestión era si esos jóvenes debían ser objeto de tratamiento médico o no. Y lo fueron: en 1995 los médicos americanos hicieron seis millones de recetas de "Ritalin", y dos millones y medio de escolares americanos tomaron dicho fármaco (Folleto sobre La Locura que editamos recientemente con los compañeros del UAZO)
[2] Cuando me refiero a las escuelas de esta época, desde los primeros años del siglo XX, hablo de las escuelas estatales. En esos años surgieron numerosas escuelas libres de bases anarquistas que en sus desarrollos, discursos y planteamientos eran completamente radicales con respecto a las demás escuelas.
[3] Los que impulsan este nuevo discurso serán principalmente: Bernardina Dabat, Florencia Fossatti y Aníbal Ponce.
Ponce fijará en la inteligencia la posibilidad de determinar el carácter del psiquismo infantil, y erigirá a Piaget como la figura más relevante de la época. H. Calzzetti justificará, con la obra de Piaget, la educación institucional, argumentando esta intervención en la “imposibilidad” del niño para pensar lógicamente solo. La escuela de 1930, no favorecerá la autonomía del niño, sino que reafirmará al docente como autoridad moral, y tendrán entres sus bases educativas el nacionalismo y el catolicismo.
[4] Estos discursos provendrán especialmente de Telma Reca y Carolina Tobar García. Hoy día, el hospital psiquiátrico para niños y adolescentes lleva el nombre de esta última.
[5] Telma Reca será la que proponga el concepto de “inadaptación escolar”. Esta inadaptación es interpretada como un síntoma. Reca describe los síntomas de esta manera: “...es un desvanecimiento, un dolor o una claudicación física no originados por enfermedad o causa orgánica como un comportamiento inmotivadamente agresivo, un alejamiento reiterado de la realidad o un acceso de angustia“. La inadaptación abarcaría: trastornos y variaciones en el rendimiento escolar; trastornos en la esfera de la conducta y las relaciones sociales; trastornos en el estado de salud – física y psíquicas – y en el funcionamiento del organismo.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Los Manicomios



Hace unos años vivía en Mar del Plata. Ciudad que en invierno abunda de gente que vive en las calles y en verano abunda de turistas. La gente de la calle, en verano, ya no está. La policía se encarga de ir despachándolos para distintos lugares para que no le den un mal aspecto a la ciudad.
Una tarde de verano conocí a un muchacho que venia del Gran Bs. As. alto, flaco, con el pelo largo, enmarañado y sucio. No era un turista.
Había juntado unos pesos para el tren y se había mandado para la costa porque quería conocer el mar. El flaco siempre andaba con una botellita de alcohol puro con jugo.
Dormía en las playas. Lo invitamos a que se viniera a parar en la casa de alguno de nosotros, pero el no quería. Quería dormir frente al mar.
A la policía no le daba explicaciones. Siempre lo estaban corriendo de todos lados. A veces lo detenían varios días y lo amenazaban para que se fuera de la ciudad, el no hacía caso y volvía a la playa.
El flaco me contaba que andaba por todos lados, que yendo y viniendo se conoció la mitad del país, y que siempre tenia problemas con la yuta... y con los jueces. Lo habían detenido ya muchas veces, pero no había excusa para encerrarlo. El juez lo mandaba a que se consiguiera un trabajo y se estableciera en algún lugar. El flaco no hacía caso. El juez lo mandó a varios psiquiatras que enseguida le recomendaron una pila de pastillas que el nunca tomó.
Una tarde quedamos en vernos y no vino, fueron pasando los días y no volvió a aparecer. Lo busque y no lo encontré, nadie sabia que había pasado con el flaco. Pense que se había ido nuevamente de viaje.
Hace unos meses fui al Borda (el hospital neuropsiquiatrico), era un fin de semana. Justo ese día tocaban algunas bandas y había radio abierta. Los internos se hacían reportajes, contaban cuentos y leían sus poemas.
Recordaron a una interna que hacia un tiempo se había suicidado en el Moyano (el manicomio para mujeres que esta al lado del Borda). El quitarse la vida había sido la salida para esa mujer, que lo venia anunciando en sus poesías hacia rato.
Comenzaron a tocar las bandas y al cabo de un rato estaban todos bailando y aplaudiendo. Contentos en esa fiesta que contrastaba con el gris y blanco triste de los pabellones del manicomio.
Entre todos los que bailaban, me pareció ver a alguien conocido. Me acerque y ahí estaba: el flaco que conocí en Mar del Plata. Pero no era él. Ya no tenia el pelo largo, lo habían rapado, y sus ojos estaban extraviados. Lo abrasé, lo salude, pero no me conocio. Solo me miraba, sonreía y bailaba.
Sentí que se me hacia un nudo en la garganta.
Volví otro día a visitarlo, pero ya no lo encontré. Seguí yendo al Borda, pero no lo volví a ver más.
No habían podido meterlo en cana, no había excusas. Pero el juez, en su astucia, hizo uso de otra cárcel: el manicomio.
Este vil recurso se usa a diario, mas de lo que nos imaginamos, y no es casualidad.

*Las primeras formas de encierro de la locura nacen, aproximadamente, en el siglo XVII. No se fundamentaban y justificaban desde un discurso medico o psicológico, sino desde un discurso jurídico. Los locos eran encerrados en asilos junto con prostitutas, mendigos, deficientes, pobres, deformes y todos aquellos que alteraban el orden de la sociedad burguesa naciente.
Con las transformaciones de la revolución industrial y sus consecuencias ideológicas, surgió en el discurso jurídico la noción de “sujeto de derecho” a partir de la cual todo ser humano era considerado naturalmente un propietario en potencia y la “libertad” era concebida como “el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre, que no tiene otro limite que los que aseguran a los otros miembros de la sociedad...”
El “sujeto de derecho” era el que poseía bienes, mercancías y propiedades, y que incluso aunque no tuviera nada era propietario de su persona, es decir que la persona misma paso a ser considerada un bien privado y las autoridades judiciales cobraron el poder de decretar cuando una persona estaba en condiciones mentales de administrar sus bienes y dirigir su persona y cuando necesitaba que otro lo controle hasta adueñarse de su plena libertad de acción.
Al proceso judicial a través del cual se decretaría incapaz a una persona se lo llamo “juicio de interdicción” que apuntaba a la preservación de fortunas y la repartición de los bienes del loco encerrado entre sus familiares, jueces y demás autoridades.
La persona que no lograba o no quería adaptarse a los códigos que imponía el sistema de producción era declarada incapaz de “gobernar” sus bienes, y como su persona era (según el derecho) uno de esos bienes, entonces era incapaz de gobernarse a sí mismo y por ende era peligroso y se lo debía encerrar por su propio bien y por el bien de la sociedad. Una verdadera trampa legal que es el cimiento de la institución manicomial tal como la conocemos hoy en día y que no ha variado mucho en sus objetivos aunque si en el discurso científico que la legitima, ya que en un segundo momento es la medicina la que toma el poder de decidir quien es el loco y quien el cuerdo sumándose luego la psicología.
Este segundo momento histórico del abordaje científico de la locura se dio en el marco del “modelo medico hegemónico” cuyas teorías y practicas se caracterizan por no cuestionar el sistema oficial instituido. Ahora era la medicina la que decidía sobre la locura pero seguía segregándola y marginándola tras los muros. Comenzaron a sistematizarse los abusos a través de la medicalizacion. Esta practica medico- psiquiátrica se fundamentaba en teorías que consideraban que la enfermedad mental es un problema individual cuyo único responsable es el sujeto enfermo, como si el contexto social, familiar, político, económico, cultural, ideológico, etc. No fueran en sí mismo producto de sujetos enfermos.
Si reconocemos que el individuo es enfermo solo porque su entorno lo cataloga como tal, porque choca contra sus intereses y valores protegidos (producción, consumo, orden, propiedad, seguridad, autoridad) y si reconocemos que un individuo se constituye en interacción con su medio, en un ida y vuelta continuo, deberemos reconocer que en la locura hay una responsabilidad social y que lo que hay que transformar no es al individuo enfermo sino al sistema social que lo enfermó y que encima lo somete al encierro y al maltrato legalizado bajo el cínico eufemismo de “tratamiento psiquiátrico” o resocializacion y demás mentiras encubridoras de las políticas de control social.
Por esto la crítica de la institución manicomial y los intentos de abolirla solo cobran sentido si se integran en el más amplio cuestionamiento del sistema en su totalidad, ya que el manicomio es una de las tantas practicas de segregación, marginalidad y represión que existen.
El manicomio no debe existir, como no deben de existir las cárceles, los geriátricos, los jueces, la policía, y todo este sistema que es producto de verdaderos enfermos mentales... que saben muy bien lo que están haciendo.

Marcos.

* Los datos me los pasó una compañera psicóloga. Parte de esta nota fue hecha con esos datos que unos compañeros usaron para un folletín en contra de los manicomios.

domingo, 17 de mayo de 2009

El resurgir del respeto...





Queremos ser libres, vivir en libertad. Amamos la libertad. Pero no la libertad de uno, aislado, sino la de todos. Reconociendo y acompañando la libertad de los demás: yo soy libre. Y no un poquito de libertad, eso no existe. La libertad es una, inseparable, inmensa.



Libertad...

Para vivir en libertad y ser realmente libres, necesitamos la igualdad. No me refiero a la igualdad de “parecidos”, de pensar y actuar, todos, de similar manera. Me refiero a la igualdad económica y social.


Libertad, igualdad.


La única manera de llegar a la libertad y a la igualdad, y mantenernos en ellas, es mediante la solidaridad y el apoyo mutuo. La solidaridad no es sólo una palabra: es un valor.




Libertad, igualdad y solidaridad. Creo que esta tres palabras, con todo su contenido, pueden resumir lo que buscamos los anarquistas. Creo que esos tres principios los compartimos todos. Son parte de la anarquía, y la anarquía es nuestro fin. Pero para lograr nuestro fin, necesitamos hacer los medios, crearlos, y esos medios tienen que ser consecuentes con el fin. No hay otra manera de lograr lo que queremos. Los medios hacen al fin.



Si queremos llegar a la libertad ¿Podemos manejarnos y relacionarnos de manera jerárquíca?, yo creo que no.



Si queremos la igualdad social ¿tenemos que colocar brechas entre los que tienen mas conocimientos (teóricos o empíricos) y los que poseen menos. Entre los que tienen más trayectoria y los que recién se acercan a la idea? También creo que no. Podemos tener un reconocimiento, es más, me parece muy bueno reconocer la trayectoria, la fuerza y el esfuerzo de los compañeros, es algo que nos hace bien a los que reconocemos y a los reconocidos.
Pero uno de los pilares para que podamos llegar a concretar nuestra idea de igualdad, es el respeto y la sinceridad. Entre todos. Entre los que la vienen pateando hace rato y los que recién se acercan; entre los que conocen más y los que solo se guían por intuición. Además el conocimiento y el aprendizaje son un ida y vuelta.



La solidaridad es un fin, y a la vez, también, es nuestro medio. Como entendemos la solidaridad es importante a la hora de reflejarla. Seguro tiene que ver con el interés por los que nos rodean y las cosas que giran alrededor de las personas. La expresión de ella no puede ser solamente en determinadas ocasiones, es algo que forma parte de lo cotidiano. Podemos elegir con quien nos solidarizamos y con quien no, pero la práctica, como la entendamos cada uno, tiene que ser de todos los días y no solo en ocasiones especiales. La solidaridad es un valor y una practica humana ¿cómo puede ser de otra manera sino?


Los medios y los fines del anarquismo están ligados todo el tiempo con los valores que fomentamos. Valores que están olvidados en esta sociedad, que incluso, por la influencia que ella ejerce sobre nosotros, se nos confunden, se vuelven borrosos, se nos olvidan. Una lucha a dar es que nunca los perdamos de vista, que los fomentemos en nuestra vida cotidiana, que es nuestro campo de acción, que los contagiemos al mundo que nos rodea.



El Estado, el capitalismo y el sistema que lo conforma, nos oprime e intenta someternos y atomizarnos. Hacer de cada uno de nosotros, un ser alienado y esclavizado, con el único fin de sobrevivir en un mundo vacío y en una sociedad con “valores” despreciables. Es por eso que comunicar siempre lo que queremos y de que manera, es importante. Demostrar que no hay solo una manera de hacer las cosas, o que la única opción puede ser la izquierda.



Hoy en día se puede ver un resurgir del anarquismo. Lento, de a poco, pero ahí va. Y en este lento resurgir nos vamos encontrando con los compañeros, y no es fácil.



Los anarquistas siempre hemos sido un peligro para el Estado y el poder. Algunas veces más visibles que otras, pero un peligro, siempre. Por eso han intentado acabar con todo lo relacionado al anarquismo, y esto no es una exageración. En la región en que nos toca vivir, han sucedido muchas cosas nefastas. Se han sucedido las dictaduras y algunas democracias, y todas ellas han perseguido, encarcelado, torturado, y asesinado a compañeros. Entonces si venimos de semejante historia ¿Cómo no va a ser difícil darle vida al anarquismo? ¿Cómo no va a ser difícil encontrarse y entenderse entre los mismos anarquistas? Pero aun así, y con mas razón, esos encuentros son necesarios, y el respeto es la única manera de conseguir esa comunicación tan necesaria.


Juntarnos, charlar, encontrarnos, autocriticarnos, tanto en los encuentros de ocasión, como en las luchas. Entender la crítica y la autocrítica, no de una manera negativa, sino como una necesidad que tenemos para nuestro crecimiento, y siempre con el debido respeto que nos merecemos los compañeros, es realmente necesario.



La historia del anarquismo la han hecho los seres humanos, las personas que han tomados los principios y valores para llegar a la anarquía. La posibilidad de ésta no esta en ningún otro lugar más que en nosotros mismos, en los seres humanos. No somos los que estamos, somos muchos más, y a veces no nos damos cuenta.



MARCOS

Libertad vigilada

Nacemos, crecemos... a veces nos reproducimos, y a veces, también, gozamos de ciertos placeres y buenos momentos, arrebatados a esta existencia con libertad condicionada, vigilada celosamente por los esbirros del poder. Desde este, desde lxs libertarixs condicionadxs, me pregunto y pregunto a otrxs: ¿Es esto lo que queremos?... y los ¿Por qué? Llenan mi existencia. ¿Por qué alguien tiene que decirnos que hacer, cómo, dónde, cuando, con quién? ¿Por que hay personas tras los muros, tras las rejas, engrillada, aprisionada, empastillada, enchalecada? ¿Quién decide juzgar, condenar, castigar de esa manera tan cruel??

Llegamos al mundo y ya desde la familia, la escuela, el Estado, la Iglesia, nos imponen órdenes, reglas, leyes, deberes... y derechos (a permanecer callados obvio). Y así, van marcando el camino a seguir. A nuestro alrededor un lujurioso bosque de tentaciones nos atrae y el cielo nos invita a volar, pero el miedo al castigo nos paraliza, la mirada de la autoridad de turno esta ahí en nuestra nuca. Y así el Estado se asegura a tráves de padres, maestrxs, curas, monjas, jueces y policías que permaneceremos en el casillero que nos asignaron; hasta que en algún momento cumplimos con los requisitos o cualidades para ser buenxs ciudadanxs, fervientes defensores de Dios, la patria y... el Estado. Con capacidad y autoridad para integrar el gran jurado de esta sociedad que prejuzga, juzga, castiga y condena a todxs aquellxs que no cumplieron con su deber. Se salieron de la senda y violaron la ley. Esxs, lxs rebeldes son escarmentadxs privandolxs de la libertad condicionada con la que vinimos al mundo. Entonces conocen: Los muros, las rejas, los grilletes, las esposas, los palos, los guardias, la tortura, el dolor, el abismo y el olvido, casi el peor de los castigos. Es como si nunca hubiéramos existido. Estamos en algún lugar horrible, una cárcel, ma-nicomio, hospital, depósitos de personas. Nada, nada peor ¡Qué escarmiento!.

El asco gana mi boca, la indignación me sacude al ver tanta hipocresía y sobre todo tanta crueldad con los que sólo queremos la libertad.


Viene a mi memoria la frase de un oscuro personaje de la dictadura “ primero mataremos a los culpables(?) después a sus familiares, amigxs, conocidxs(y cumplieron!!) y por último a los indiferentes(?!). Hay que reconocer que ellxs tienen muy claro sus propósitos y van a defender el poder a toda costa. Entonces... el mirar para otro lado, o taparnos los oídos, o mantener la boca cerrada, no va a salvarnos. La máquina de picar carne, ideas, sueños y revoluciones esta funcionando a pleno. ¿Qué hacemos?!? ¿metemos la cabeza?¿O
intentamos... romper su engranaje?

Salud y anarquía
WAYRA

miércoles, 13 de mayo de 2009